Sunday, June 12, 2011

era un boceto, un proyecto inconcluso que buscaba explotar de color, pero sus trazos endebles y su alejamiento del plano real era explicito... pero el nunca fue muy amigo del concepto de lo "real", por lo tanto, así tuviese que pintarla en el aire, o incendiar el boceto, era claro que jamas renunciaría a la magia..

Tuesday, May 10, 2011

Espejo

La marejada de sonidos y teorías te acorrala, entre tragos y sonrisas que explotan en el pecho, la alegría brota y es satisfactoria, pero también lo son tus vuelos, esos instantes de silencio que tu yo interior pide a gritos. Algo distraído te pones de pie, esquivando las sillas de madera, dejando el vaso en la primer esquina que se postule, para con paso lento pero constante, buscar la desconexión. La puerta entreabierta del baño se muestra como destino celestial, luz tenue que se fuga delicadamente y sabe a atardecer, a verde césped silente y tomando el plateado picaporte ya estas adentro.
Celestes azulejos y la guarda con rombos al centro, eterna combinación que tantos ojos han mirado sin placer alguno, un lavatorio profundo y el espejo, el simple y burdo cristal pulido que extrañamente carga con una gran dosis de misticismo, por el solo hecho de devolver nuestra imagen. Y aquí estamos una vez más frente a frente, con vos, conmigo, con tu sonrisa y la mia, que sabemos tibiamente que en algo se parecen y reis, mientras yo descubro que traes la misma esencia que vivió en esa extinta y hermosa tarde de Domingo junto a papa y mama. Por un instante te desconozco y me alegro ilusamente de lo distintos que somos, de que mi luz sincera es tan distinta a vos. Tan poco es lo que podes devolverme que sos un extraño, una simple representación a la que intento agradar, y que me agrade, que olvidemos nuestros enquistados complejos y divaguemos con la mirada, esa que clavas firme y desafiante en mis pupilas. Y sangras, sangramos, sin preguntarnos más nos odiamos, aunque sonriamos al vernos.
¿Que deseas frente a mis ojos si nada podes enseñarme? Te mostras arrogante, y ambos sabemos que estas hueco, que poco de vos me interesa, y que careces totalmente del fuego que me mantiene vivo y me despega del suelo.
Y sin más que hurgar en nosotros nos sinceramos, y asumidos como peores enemigos aceptamos que pese a todo hay un leve respeto, exagerando, llegaría a decir que hasta un dejo de cariño.
Toc Toc, ¿Ocupado?
Y volvemos a ser extraños, desaparecemos y nos despedimos para recaer en los tragos y las sonrisas, las teorías y los vasos perdidos, los monstruos y las princesas..

Saturday, November 27, 2010

¿Cuan reales son tus historias televisivas en contraste con mis sueños? Yo grite soñando, llore soñando, ame y morí soñando, pero soñando mi sueño. Tu solo miraste televisión.

Monday, September 13, 2010

Transpersonalización

De piernas cruzadas, y con el viento de las alturas como caricia natural, contemplaba. El frío amigable de un invierno entre montañas le otorgaba facultades analíticas, meditatorias, sin una plena conciencia de ser dueño de las mismas, lo que hacia a ese instante más puro, cuasi infantil, remitiendonos a su mejor acepción.
Atracción casi adictiva por el vuelo majestuoso de aquel ser, sabio como pocos en el universo, que se entrega en envergadura a las variables corrientes de aire serpenteante, las cuales permiten el andar cansino que pareciera cargar miles de años. Deseaba ser ave, y vuelos circulares que cortaran el viento, poseer aquellas alas deslumbrantes capaces de infundir respeto desde su negro vestir, coronado con el blanco collar que sostiene el cuello. Cóndor deseaba ser, hijo y padre de aquella precordillera, símbolo del aire para los sabios pueblos, arrasados por las ansias del tener, que unos quinientos años antes se presentaba en forma de carabela.
Admiraba su plumaje y pensaba en su cabeza desnuda, fría, serena, capaz de reflejar en sus colores la tonalidad del alma, aquel alma que se mece a cinco mil metros de altura, mientras él, simple humano arrastra sus torpes píes en el suelo polvoriento.
¿Como descuidar su contemplar? Aquella visión infinita en ojos cafés, capaces de conocerlo todo y guardar en dosis de sabiduría cada uno de los instantes vividos, para nacer con cada Sol y no morir jamas, tan solo vivir un renacer constante, como expresaban los incas en otro tiempo.
Un caudal de saberes y su silencio, propio de quienes se reservan a un mundo interior tan fuerte e incontenible que solo se brota en pequeñas dosis. El silencio que en ese instante los hermanaba, los hacia uno con el viento y su melodia, volaban, volaba y miraba al ser de muchas y sintéticas pieles de colores, sedente sobre las rocas, contemplando el firmamento. Admiraba su versatilidad, su andar terrenal y emparentado a la tierra y por sobre todas las cosas su risa, una explosión de sentires detectable para cualquier ser del universo, esa mezcla de viento y sol, con toques de primavera que salia por la boca humana, aunque provenía del pecho. Un fluir contagioso, mágico, por el cual en algunos momentos desearía ser humano. Admiración, casi adictiva por aquel sedente ser que lo acariciaba con la mirada.
El ojo de la vida agonizaba y la hora mágica estaba allí, la despedida de los seres que agradecen estar vivos y la floreciente comunión entre dos almas.
Y cuando el viento se llevó el polvo, la serranía, regaló los tierras y el rojizo, mostró sus verdes lunares y el cielo se hizo uno con la tierra, el vuelo fue sonrisas y el plumaje piernas cruzadas, los anhelos dejaron el capullo, para ser por una vez certeza .Y mientras el cielo daba a luz a la cruz de nuestras latitudes, erguido estaba el silencio, propio de quienes guardan un secreto y se regocijan entre miradas ante los ojos ciegos de quienes solo ven con sus retinas.

Saturday, August 28, 2010

Serotonina, dopamina y noradrenalina

No había sonrisas en los rostros de las manchas de humedad que regalaba el techo, y la inmobilidad sobre el colchón tomaba rumbo de crisálida, solo que sin futuro de mariposa. Pero claro, cuando la procesión interna es tan intensa la faceta de calavera se olvida por completo, se olvida el cuerpo en un cajón y los enjambres de pensares se reproducen en las sienes.
Una simple demostración de que el tiempo era un juego de ping pong. Pasado, presente y futuro iban y venían constantemente, a modo de imágenes recreadas con los tintes que colorea el momento. Pero ese fotograma se detuvo en su cabeza, y el film que había repasado millares de escenas se tildó solo en un minuto, en el segundo donde aquella imagen simple cobraba otro valor.
El ceño se fruncía mientras pensaba en su edad en aquel momento, algunas certezas le brindaba recordar el anaranjado de las columnas, que se mantenían aun erguidas, en años previos a la refacción. 6 o 7 se debatía su cabeza, pero este solo era un dato menor y previo a desglosar el valor simbólico de aquel momento, que se mantenía guardado bajo llave y nunca había visto la luz.
La remera salpicada había sido el disparador de esas risas explosivas, que entre más saben mejor y vienen con una pizca de vainilla si quienes ríen realmente se aman. El hojaldre se caía salpicando el césped, suavemente como brillos para el blues de las hormigas y el sabor del membrillo se entrelazaba con los ojos de su madre, que lo tomaba de la mano. El termo violeta y blanco, de leche chocolatada fue ocurrencia de su padre, y el deleite del hermano, que manchaba sus comisuras entre gestos y carcajadas. Como olvidar el momento en que el sol regaló el silencio y a modo de jilgueros que contemplan, recibieron aquel tibio atardecer, que era amor, sueños y porvenires, amalgama eterna del sentir almibarado, luz, poesía.
Y en ese instante, cuando el gorrión que volaba por el cuarto se posó en su cerebro, decidió levantarse, abandonar el cubículo que lo apresaba y las manchas de humedad, los paquetes de tantas cosas fritas y sus cuatro coca colas diarias. Un horizonte se había divisado, un pequeño brillo que lo llevaba a caminar hacia el cajón de la alcancía y apoderarse de los veinte pesos que le permitirían cumplir su única meta, aquello ínfimo por lo cual hoy deseaba seguir en pie.
Abrió la puerta sin recordar el clima que le esperaba afuera, y el tiempo que se había encontrado recluido. Caminó hacia la ferretería de Osvaldo, un viejo señor de tez morocha y mate en mano, que cargaba sobre sus espaldas casi la misma cantidad de años que variedades de tuercas y tornillos. Cuatro metros de soga, y unos 20 clavos fueron su compra apresurada, continuada de un trote eufórico de las cinco de la tarde. El viejo martillo de mango rojo no se hacia divisar, pero tras unos 15 minutos, él y las maderas de aquella estantería que alguna vez había sostenido las especias, aparecieron.
Cuatro largos escalones de madera clavados al arbol y la soga que colgaba de la rama desafío, fueron la precaria ayuda para alcanzar su horizonte, solo doce minutos antes de las seis de la tarde. Esta vez no había pasteles de hojaldre, ni leche chocolatada, pero el almíbar se sentía en el pecho, en ese cosquilleo de lo que se espera, rebosa de felicidad y pasa, regalando en esos segundos posteriores, lo que puede denominarse paz.
Y con el reloj rondando las seis, y su alma revitalizada, la hora naranja se presentó y con el, el membrillo, los ojos de su madre y la chocolatada, su padre y las muecas de su hermano. Todo estaba ahí y nuevamente fue jilguero, el nido ya no era el mismo, pero sus alas una vez atrofiadas, hoy volvían a conocer el vuelo.

Tuesday, July 13, 2010

Aliados Alados

No hay tiempo de arrepentimientos cuando las acciones resultan sinceras y bienintencionadas. Pese a esto es inevitable repasar las variables que pueden derivar de una ínfima situación, y transitar por aquellas ramificaciones que son solo fantasía, estados de una realidad intangible, aunque en algún punto absolutamente reales, al despertar sensaciones impactantes.
El invernáculo vuelve a mantenerse intacto, a conservar en estado inerte aquel conjunto de explosivos sentires que se manifiestan dentro del pecho. Vuelve a conservar el caudal de un río en estado de congelamiento, guardando aquel agua transparente para esa situación desconocida, que espero. Sin lugar a dudas, esta conservación energética que nadie puede observar, atrae las ramas de mi viñedo y crecen, crecen hacia adentro y absolutamente nadie puede verlas. Nadie con dotes normales de ser humano, ya que determinados seres de luz aprendieron a atravesar este sendero y comer de las uvas sagradas, pero lamentablemente se acercan muy poco, o quizás nunca. Temen, dudan o simplemente no desean beber de esa vid.
Mientras tanto, la nariz roja y el maquillaje se mantienen intactos, la sonrisa delineada y el sombrero, pero los ojos... los ojos no se pintan, se mantienen fieles a la esencia. Pero ¿quién es capas de observar los ojos entre tanta carcajada, maquillaje y colores? La respuesta se remite a lo detallado en el párrafo anterior, los “seres de luz”.
Pese a lo expresado anteriormente, estos entes iluminados que hoy se mantienen distantes, marcan un horizonte, su proximidad son mi constante desafío, la puesta a prueba para un férreo beduino que sabe que a pesar de las tormentas siempre su estrella lo guía y lo lleva donde desea llegar. El va hacia el oasis o el oasis viene a el, de forma inexplicable, mágica, pero todo confluye.
Y en aquel desierto, a modo de pequeñas lagartijas se presentan situaciones de forma acausal, sincronicidad diría mi madre. Algunos momentos en que aquello que creemos imposible comienza a darse una y otra vez frente a nuestros ojos. Y todo esto desafía mi estabilidad, presenta un duelo entre sentires y acciones, el fuego y el respeto. Pero en mi búsqueda de la empatía caen petalos marchitos, en manos de mi propia ergonomía, que tantas veces me enorgullece y algunas otras me otorga un boleto capicúa hacia la estación melancolía. Autocensuras, que se presentan en pos de no lacerar a otros homínidos.
Y es en ese instante, donde lleno de desierto y sed, un gran coco cargado de agua cae a mis pies, me roba una sonrisa, y guía mis pasos hacia esa luz cálida, al tibio sillón que aproxima nuestros aleteos, y hermana nuestras alas que en ese instante se muestran en su máxima envergadura, generando viento y sonrisas en una habitación.

Nada es más lejano a la esencia del arte que un museo...

Tuesday, May 25, 2010

Realidades

Es mágico el hecho de darnos cuenta que no existe el pleno control sobre nuestra persona y descubrir que por naturaleza resultamos seres permeables a determinadas influencias capaces de desestabilizar cualquier construcción que creemos solida e inerte. De esta manera, una palabra, un atardecer, una mirada o una canción, son capaces de transformar aquello que consideramos nuestra realidad; tiñendo de colores nuestra percepción y otorgandonos una cuota de incertidumbre a todo aquello que resultaba tibio y monótono.
Es inevitable pensar en la solidez y veracidad de aquella realidad modificada, debido a que solo una pequeña (o gran, mirandolo desde otro aspecto) circunstancia logró transmutarla. Por lo tanto, recaigo en la idea que afirma que la realidad es absolutamente maleable e inconsistente, siendolo por consiguiente cada una de nuestras visiones, opiniones, sentimientos y demás cuestiones ligadas a nuestra persona. Pero hilando más fino, descubro que esto mismo resulta la frutilla del postre, debido a que la constante transmutación de la concepción de lo real destruye por completo la monotonía y desparrama sobre el tablero de la vida una infinita posibilidad de realidades y aprendizajes en nuestra construcción humana.
Por otro lado, la conciencia de la variabilidad de lo real, nos otorga facultades alquímicas, debido a que alterando concientemente nuestra realidad podemos brindarnos realidades absolutamente satisfactorias y placenteras. Pese a que como desarrollamos anteriormente, no poseemos un pleno control sobre nuestra humanidad. De esta manera, la habilidad alquímica resulta dosificada, parcialmente controlable, pero no por ello menos efectiva.
Infinito resulta nuestro poder, si llevamos esta reflexión a una escala interpersonal, desarrollando la teoría que plantea el hecho de poder transmutar las realidades de aquellas personas de nuestro entorno solo con acciones como mirar a los ojos, sonreír, o emitir una palabra.
Pero como una frase popular plantea “Todo gran poder implica una gran responsabilidad”. De esta manera, nuestra conciencia de influir sobre los demás, nos obliga a plantearnos el dilema de si deseamos que nuestra influencia resulte satisfactoria o perjudicial.
Continuando con las deducciones, podemos plantear que nuestra habilidad para alterar tanto nuestra realidad como la de los seres circundantes, decanta en la conclusión de afirmar que la decadencia en la que vivimos es una total obra de nuestras acciones e incapacidad o inacción para transmutarla. Siendo concientes de ello nos transformamos en los principales motores del cambio. Pero todo motor solo es útil al echarse a andar.
Concluyendo con la idea de la multiplicidad de realidades posibles, debemos posicionarnos un poco más perceptivos, analíticos y empáticos, debido a que todo aquello que recibimos del exterior no es ni más ni menos que una realidad momentánea y parcial de quien la emite. En fin, podemos plantear que existen tantas realidades como personas y a su vez dentro de una misma persona tantas microrealidades como momentos vitales.
Por lo tanto, seguiré abriendo mis puertas a toda aquella influencia externa y satisfactoria capaz de transmutar mi realidad con una mirada noble y de luz extrema.